viernes, 11 de noviembre de 2011

La presencia de Dios, en el Templo Mormón de Oakland

Bajo relieve lado norte Templo de Oakland, Jesús enseñando en Isarael



Uno de los temas principales de los adornos del Templo de Oakland es el ser enseñado en la presencia de Dios. El aspecto más llamativo en sus muros son dos relieves de Cristo enseñando a sus discípulos. En el bajo relieve del norte se encuentra representado la escena de Cristo enseñando en Jerusalén; y en el lado sur encontramos a Cristo enseñando a los nefitas. Muchos significados se pueden desprender de estos bajorrelieves, pero lo más básico en el contexto de un Templo nos recuerda que como la Casa del Señor se nos prepara para entrar en Su presencia y ser enseñados por Él. Este es el gran propósito del sacerdocio de Melquisedec.

En Doctrina y Convenios 84  encontramos lo siguiente:

19 Y este sacerdocio mayor administra el evangelio y posee la llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios.  20  Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la divinidad.  21  Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio, el poder de la divinidad no se manifiesta a los hombres en la carne;  22  porque sin esto, ningún ahombre puede ver la faz de Dios, sí, el Padre, y vivir.  23  Moisés claramente enseñó esto a los hijos de Israel en el desierto, y procuró diligentemente santificar a los de su pueblo, a fin de que vieran la faz de Dios; 24    mas endurecieron sus corazones y no pudieron aguantar su presencia; por tanto, el Señor en su ira, porque su ira se había encendido en contra de ellos, juró que mientras estuviesen en el desierto no centrarían en su reposo, el cual es la plenitud de su gloria.

Con esto nos indica que las ordenanzas que se realizan por medio del sacerdocio, dentro y fuera del Templo, tienen como propósito conducirnos a la presencia de Dios.

Bajo relieve lado sur Templo de Oakland, Cristo enseñando en América


Se encuentran tres símbolos adicionales que se complementan con el tema de conducirnos a la presencia de Dios:

La gran punta o aguja, que conduce nuestra vista a los cielos.
Las torres en forma ascendente que lleva nuestros pensamientos a vivir vidas que nos permitan alcanzar gracia sobre gracia y que nuestra meta es vivir dignos de alcanzar la gloria mayor.
Y motivos del árbol de la vida que nos recuerda el viaje ascendente de Lehi. 

Estos símbolos, como todos los símbolos de los Templos, mantienen en la vida de los Santos el sentimiento que les impulsa a venir a la Casa del Señor y ser enseñados “en sus muros paz gozar”.

 Roberto

Ver: Sacred Walls, Gerald E. Hansen Jr.

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