Es importante notar el cuidado de Dios en hacer las túnicas de pieles, estas ropas sagradas para Adán y Eva, no lo delegó a nadie, sino él los confeccionó personalmente. La razón a esto podemos encontrarla en las tres principales relaciones de las túnicas de pieles con el sacrificio expiatorio del Salvador.
Primero, hay antiguas tradiciones judías que sugieren que las túnicas fueron hechas de piel o lana de ovejas (Stephen D. Ricks, The Garment of Adam). La lana nos recuerda a Jesucristo y la expiación porque las escrituras se refieren al sacrificio de un cordero como tipo de la muerte de Jesús. Cristo es llamado “el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo” (Juan 1:29) y “un cordero sin mancha” (1 Pedro 1:19). Isaías nos recuerda que (gracias a la expiación) nuestros pecados vendrán a ser como blanca lana.
Segundo, la palabra expiación se origina del hebreo Kaphar, el cual significa “cubrir”. Cuando Dios cubre a Adán y a Eva con las túnicas de pieles, él estaba cubriéndoles o protegiéndoles con el poder de su expiación. Aunque dejaron la presencia de Dios, ellos no dejaron su protección (John Tvedtnes, Priestly Clothing in Bible Times, p.660).
Pablo puede haber tenido en mente kaphar cuando dijo “Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3:27), y “y vestíos del nuevo hombre” (Efesios 4:24).
Tercero: Las pieles para las túnicas se deben haber obtenido de animales de este mundo y no de otro, por tanto se debió sacrificar a animales (Joseph Fielding McConkie, en Adán el Hombre, págs. 35-36), lo que permitió a Adán y a Eva aprender sobre la ley de sacrificios, y esta ley está estrechamente relacionada con el sacrificio expiatorio del Señor Jesucristo.