Un juramento es tanto una promesa como una declaración de hechos invocando a algo o a alguien. Desde un punto de vista religioso, es un acto que pone a Dios por testigo de la verdad de un hecho o de la sinceridad de una promesa (Wikipedia).
En las escrituras podemos observar la estructura que compone los juramentos. Ellas nos muestran la siguiente forma.
La declaración del juramento: en esta declaración se establece que quien jura ha hecho o no ha hecho algo, o que hará o no hará algo. Esto se hacía de la forma más solemne posible, con el fin de no dejar dudas sobre lo que se estaba jurando. Hay que considerar que era la máxima instancia para establecer la veracidad de un hecho, así como hoy existen notarios y documentos, firmas, etc.
Los Testigos: En la antigüedad, tras señalar lo jurado, se mencionaba a quienes testificarían de este hecho en algún tribunal, pero los juramentos más importantes se ponía a Dios como testigo, “A Jehová tu Dios temerás, y a él servirás y por su nombre jurarás” (Deut. 6:13). El Señor también promete “Y acontecerá que si aprenden con diligencia los caminos de mi pueblo, jurando en mi nombre: ¡Vive Jehová!, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces ellos serán establecidos en medio de mi pueblo” (Jeremías 12:16).
La estructura o fórmula más común en la mención de testigos en un juramento es la expresión “como vive el Señor”, la cual se encuentra en todas las escrituras con diferentes variaciones o modificaciones (1 Sam 20:3; 25:26; 2 Reyes 2:2; 4:30; Jueces 8:19; Ruth 3:13; 2 Crónicas 18:13; 1 Nefi 4:32).
También el Señor es llamado como testigo en convenios solemnes: “Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea entre nosotros un testigo verdadero y fiel, si no hacemos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te envíe a nosotros” (Jeremías 42:5).
Maldiciones o Castigos: Con la finalidad de darle más fuerza y severidad a un juramento se expresaban castigos que recaerían por el no cumplimiento de lo jurado. Se debe reconocer que son limitados las referencias de estos castigos en las escrituras, pero veamos como ejemplo el de Job 31 donde Job, en defensa de sus acciones menciona una serie de penalidades que recaerían sobre él si deja de vivir fielmente: “Si he andado con vanidad, y si mi pie se ha apresurado al engaño, péseme Dios en balanzas de justicia y reconocerá mi integridad. Si mis pasos se han apartado del camino, y si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado a mis manos, siembre yo, y otro coma, y sea arrancada mi siembra” Job 31:5-8). Otro ejemplo más se encuentra en Números 5 “(el sacerdote hará que la mujer jure con juramento de maldición y dirá a la mujer), Jehová te dé en maldición y en juramento en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y que estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén” (Números 5:21-22).
Al parecer era más frecuente hacer un gesto que expresar el castigo verbalmente. El mejor caso lo encontramos en Ruth 1:17 “Así me haga Jehová y aun me añada, porque sólo la muerte hará separación entre tú y yo”. Algunos hebreos consideran que “Así” era acompañado de algún gesto corporal. En el comentario del Libro de Ruth por Edward Campbell observa que el versículo fue “presumiblemente acompañado por un gesto simbólico, algo como un dedo índice cruzando la garganta”(Ed. Campbell, Ruth: A new translation with Introduction, Notes, and Commentary, 74). Esto se puede comparar con Moisés 5:29, aunque es el caso de un juramento satánico.
Alzar las manos: No siempre pero se observa con frecuencia, que al jurar se alzaban las manos como señal de la promesa. Abraham frente al rey de Sodoma le dice “Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano jurando a Jehová Dios Altísimo, poseedor de los cielos y de la tierra” (Génesis 14:22). También en la visión de Daniel es un ángel quien levanta las manos en señal de juramento: “Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, quien alzó su mano derecha y su mano izquierda al cielo y juró por el que vive por los siglos que será por un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas” (Daniel 12:7).
El realizar juramentos era una institución en la antigüedad, y su comprensión puede traer mayor claridad a los Santos de los Últimos Días, que son llamados el pueblo del convenio, parte clave al tomar promesas sagradas en los Templos del Señor. Esto puede ser de especial interés para quienes tomaron sus investiduras en la década del 80 y anteriores.
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