El Templo de Santiago fue dedicado en 1983, siendo el
segundo templo en Sudamérica y primero de habla hispana. Su año de construcción
está dentro del periodo en que los templos no llevaban símbolos exteriores[i],
como los lleva el templo de Lago Salado, Nauvoo, y otros.
Pese a carecer de los símbolos como estrellas, soles y otros
cuerpos celestes, el Templo de Santiago posee, como la mayoría de los templos,
símbolos inherentes que pueden conducirnos a una experiencia profunda de
meditación con sólo recorrer sus alrededores y contemplar su estructura. Lo
siguiente es una brevísima descripción de los símbolos exteriores del templo de
Santiago, que me ayudan a reflexionar y dirigir mis pensamientos hacia lo
sagrado.
Moroni: Sabido es que no todos los templos llevan una
estatua del ángel Moroni en su cúspide, tampoco forma parte de los elementos
que conformaban los templos antiguos, sin embargo conduce nuestros pensamientos
hacia el inicio de la restauración, cuando Moroni le anuncia a José Smith de la
existencia del registro nefita, aunque hay quienes lo consideran un
recordatorio de todos quienes de forma angelical ayudaron en la restauración
(DyC 128:20), también nos impulsa a
pensar en el futuro, debido a que una de las escrituras que inspiró a la
elaboración del primer Moroni está en Apocalipsis 14:6 “Y vi a otro ángel volar
por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que
moran en la tierra, y a toda nación, y tribu, y lengua y pueblo”. Las
ordenanzas salvadoras que administran los Templos deben ser ofrecidas a todos
los fieles que acepten el evangelio, esto ha significado la gran labor de
construcción de templos en todo el mundo. Su cubierta de oro indica el carácter
incorruptible del mensaje de la restauración así como de esta obra, evoca la
idea de permanencia, usado por los faraones en la antigüedad, señalando que el
evangelio restaurado permanecerá inmaculado hasta la venida del Señor y durante
Su reinado. El oro representa lo puro, incorruptible y precioso. El Tabernáculo
contenía elementos de oro como el candelabro, los querubines y el arca.[ii]
Jardines y huertos:
Los Templos representan nuestro retorno al Jardín de Edén después de vivir en
la tierra sin gozar de la presencia de Dios producto de nuestra desobediencia.
El Jardín de Edén permitía el encuentro del hombre con Dios de forma natural.
Fue en este jardín donde Adán y Eva recibieron las primeras ordenanzas que hoy
se entregan y administran en los Templos. Las flores y los jardines también
evocan los tres principales jardines en la historia sagrada: el Jardín de Edén
(Creación), el jardín de Getsemaní (Expiación), y el jardín del huerto del
sepulcro (Resurrección)[iii].
Como lo declara uno de nuestros Artículos de Fe, cuando Cristo reine sobre la
tierra esta llegará a ser como lo fue en el Jardín de Edén. El Señor indica que
los justos serán como “huerto de riego” (Isaías 58:11).
Blancura: no todos los templos están pintados de blanco,
pero claramente no es un color casual, no sentiríamos lo mismo si estuviese
pintado de un color inapropiado. El blanco nos hace pensar en nuestra propia
blancura interior que debe coincidir con la del templo, nuestra dignidad
personal la relacionamos a este color y a la ropa que llevaremos en su interior.
El blanco está asociado a los conceptos de pureza, justicia, santidad,
inocencia, luz y revelación[iv].
Gracias a la expiación de Cristo Isaías ha declarado “aunque vuestros pecados
sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).
Forma de montaña: menos obvio pero igual de relevante, es
observar al templo de frente y ver que va en crecimiento desde los costados
hacia el centro, de la forma en que lo hacen las montañas. La cima de los
montes fueron utilizadas en la antigüedad por los profetas como un lugar
sagrado para comunicarse con Dios. En ellos Moisés, el Hermano de Jared, Nefi,
y muchos otros lograron estar en la presencia del Señor y recibir sus
instrucciones. Los profetas en la antigüedad vieron esta asociación entre Monte
y Templo, Isaías llamó al Templo “monte de la casa de Jehová” (Isaías 2:2);
Jeremías lo llamó “monte santo” (Jeremías 31:23); el salmista se refirió al
Templo como “monte de Jehová” (Salmos 24:3). Jesús escogió montes para
ocasiones sagradas, como para Su transfiguración y lo ocurrido en el Monte de
Los Olivos. Las montañas eran vistas como el lugar más alto de la tierra, el
más cercano a los cielos, el lugar de reunión entre lo terrenal y lo celestial.
La Puerta: Las grandes puertas de madera en el centro del
templo nos recuerdan las palabras del Salvador “Yo soy la puerta de las ovejas,
…Yo soy la puerta; el que por mí entrare será salvo; y entrará, y saldrá y
hallará pastos.” (Juan 10:7). En el Libro de Mormón se nos enseña que “el
guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún
sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser
engañado, pues su nombre es el Señor Dios (2 Nefi 9:41). El lugar sagrado en
que Jacob tuvo la gloriosa visión en que vio a ser celestiales subir y bajar
del cielo, lo nombró Casa de Dios y Puerta del Cielo (Génesis 28:17). El
Presidente Lorenzo Snow utilizó este símbolo en la dedicación del Templo de
Manti, esperando de que este Templo sirviera “como una de las puertas del
cielo, abriendo el estrecho y angosto camino que conduce a las vidas sin fin y
dominio eterno”[v].
Piedra Angular: Simbólicamente son cuatro las piedras
angulares, siendo la principal la colocada en la esquina sur-este, conteniendo
una cápsula del tiempo que contiene elementos de la época de la dedicación. El
motivo de que la principal piedra angular fuese colocada en la esquina sudeste
es porque en el hemisferio norte, es la esquina que recibe primero los rayos de
luz del sol, indicando que la Primera Presidencia tiene el derecho de recibir
revelación, luz divina e instrucción de lo alto, representando a Jesucristo
como fuente de luz. El Apóstol Pablo describió a Jesucristo como la “principal
piedra del ángulo” (Efesios 2:20), señalando al Salvador como la base
fundamental sobre quien descansa el evangelio y el Reino de Dios en la tierra.
El Presidente Gordon B. Hinkley dijo que “la primera o principal piedra angular
es el Señor Jesucristo, cuyo nombre la Iglesia lleva. La segunda es la visión
en que el Padre y el Hijo aparecieron al Profeta José Smith. Incluida en esta
piedra angular estaría la roca de la revelación mencionada cuando el Señor le
dijo a Pedro ‘sobre esta roca (la roca de la revelación) edificaré mi iglesia’.
La tercera piedra angular es El Libro de Mormón. ‘Contiene lo que ha sido
descrito como el quinto evangelio’. Por su puesto las escrituras que acompañan
este libro son la Biblia, Doctrina y Convenio, y la Perla de Gran Precio. La
cuarta piedra angular es la restauración del poder y autoridad del sacerdocio,
lo cual está edificado sobre apóstoles y profetas, siendo la principal piedra
del ángulo Jesucristo mismo.[vi]
El círculo y el cuadrado: En el ventanal que da hacia el
norte se encuentran detalles de un círculo contenido en un cuadrado. Este
símbolo se encuentra en muchos templos de la Iglesia, llegando a ser uno de los
más frecuentes, encontrándose en otros templos en sus muros, rejas, aún hasta
en su forma vista desde arriba, como el Templo de Provo. Estas dos figuras
geométricas nos hacen pensar en las herramientas utilizadas para su formación.
Además el círculo representa algo sin comienzo ni final, lo eterno, en la
antigüedad era visto como la bóveda celestial que contiene las estrellas. El
cuadrado representa lo terrenal, los cuatro puntos cardinales, lo temporal[vii].
Estas dos figuras unidas equivalen a la unión del cielo con la tierra, lo
divino y lo terrenal, lo temporal y lo espiritual, reyes y sacerdotes,
semejante a lo comentado sobre las montañas, el lugar de comunión entre Dios y
los hombres, como lo fue el Jardín de Edén. Esta unión entre lo celestial y
nuestro mundo se establece por convenios.
Santidad al Señor La Casa del Señor: La primera parte nos
indica la separación entre lo santo y lo profano, nos invita a elegir dónde
queremos estar y a realizar una introspección para reconocer si nuestro corazón
y conducta están en armonía para visitar el Templo. Esta Frase como “Santidad a
Jehová” fu escrita sobre una placa de oro en la mitra del sumo sacerdote cuando
fue construido el tabernáculo (Éxodo 28:36), invitándonos a pensar en la corona
prometida a los fieles (D&C 109:76). El Salmista nos recuerda la condición
de pureza requerida para entrar en el Templo, “¿Quién subirá al monte de
Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de
corazón, el que no ha elevado su alma a la vanidad ni jurado con engaño”
(Salmos 24:3-4). La frase La Casa del Señor nos indica quien es su dueño o para
quien fue construida. El Señor demostró su celo sobre el Templo señalando
claramente que es una Santa Casa, Él la llamó ‘La Casa de Su Padre’ (Juan
2:16).
[i]
Después de 1990 los Templos volvieron a incluir símbolos en su exterior. The Day Star, Val Brinkerhoff p.46
[ii] Joseph Fielding McConkie & Donald
W. Parry, A Guide to Scriptural Symbols
[iii] Joseph Fielding McConkie, Gospel
Symbolism p. 260
[iv] Alonzo Gaskill, The Lost Language
of Symbolism p.
[v] Millenial Star, vol. 50, n 25, 18
junio 1888, 389; citado en The Gate of Heaven, Matthew B Brown p. 249
[vi]
Ensign Noviembre 1894, p. 50-52
[vii] Hugh Nibley, Temple and Cosmos p. 139
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